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La comunicación que tienen los padres con los hijos desde que son pequeños resulta ser básica para su desarrollo emocional y psicológico. Los gestos cotidianos representan una especial trascendencia en la vida futura, además que contribuyen a desarrollar su cerebro.
El tener mayores experiencias de afecto, relación o contacto con el bebé, permite que las conexiones neurológicas se vean beneficiadas, ya que ayuda en el desarrollo de la capacidad de razonamiento o enriquecimiento del lenguaje.
Al momento de nacer los bebés presentan cerca de 100 billones de neuronas en el cerebro. Los primeros meses y años de vida son cruciales para desarrollar en su cerebro trillones de conexiones neurológicas. Es así que se suele conocer que el cerebro funciona con la idea de que todo lo que no se usa se pierde.
Por tal motivo, las conexiones que no son posibles en el tiempo estimado, se reducen, llegando incluso a desaparecer en la época escolar.
El cerebro de un bebé es más flexible y vulnerable que el de un adulto. Hay que aprovechar simples gestos y rutinas que permitan sacarle provecho para la estimulación.
-Construye los sentimientos con el bebé cuando le cambies los pañales. Tener contacto con el bebé es fundamental. Tocarlo, masajearlo, abrazarlo o simplemente acariciarlo son acciones muy importantes para su desarrollo. Según algunos estudios, los niños que no reciben estas atenciones, tienen un cerebro más reducido que el que le corresponde.
-Da masajes: Ayuda a reducir tensiones, enriquecer sus sentimientos y darle mayor seguridad emocional.
-Préstale atención: Cuando el bebé señale algo, hay que fijarse en ello, asegurándose de que precisamente sea eso lo que ha llamado su atención. La “atención conjunta” hace posible que el bebé sienta que para los padres también son importantes las pequeñas cosas que pueden interesarle.
-Habla mucho con el bebé: es provechoso mantener conversaciones con el niño, contarle cuentos, para lo cual debemos vocalizar correctamente, recordemos que el niño asimilará lo que le enseñemos y es preferible usar expresiones que transmitan mucho afecto. Hay que tener en consideración que la parte del cerebro encargada del aprendizaje del lenguaje requiere de estímulos verbales.
-Construye su confianza con tu atención: Los niños necesitan sentir seguridad y vincularse emocionalmente a los padres. Todo ello, lo ayudará a dedicar sus energías a descubrir, explorar y aprender cosas.
-Crea un entorno seguro para los gateos y primeros pasos del pequeño: el sentido del espacio es fundamental para los niños, cuando se movilizan aprenden conceptos como cerca, lejos, debajo y arriba. Pueden establecer mapas mentales, teniendo una relación formidable con el entorno que lo rodea.
-Ajusta tu ritmo al temperamento de tu hijo. Los niños tienen un sello que los caracteriza, pueden ser tímidos, impulsivos o extrovertidos, adaptándose a las eventualidades. Hay que dejar que la energía fluya para que pueda adaptarse, canalizando su temperamento hacia niveles de confort o aprendizaje. La aceptación que les brindes les proporcionará confianza y tranquilidad para asimilar y experimentar con libertad.
-Convierte las comidas y momentos de descanso en situaciones placenteras: mientras que el niño come, podemos nombrarle la variedad de alimentos que ingiere, demostrando alegría por lo que está comiendo. De esta manera, se crean conexiones relacionadas a las comidas. De la misma forma, sucede con el sueño, es importante establecer buenas pautas de sueño y es conveniente celebrar cuando los cumple. Los hábitos emocionales negativos se intensifican con discusiones y llantos.
-Responde rápidamente cuando el pequeño llora: cuando el bebé recibe un abrazo, y siente calma, una seguridad emocional se trasmite a su pequeño cerebro. Los gestos diarios ayudan a construir circuitos de sistema límbico del cerebro, el cual está relacionado con las emociones, memoria, personalidad y conducta.
-Cántale canciones: puedes cantar un sin número de canciones infantiles, mientras bailas o mueves las manos. El niño asociará sonidos a diversas acciones motoras, enriqueciendo su aprendizaje de los ritmos, rimas, además que contribuirás al aprendizaje del lenguaje.
-Deja que juegue con juguetes y experimente con materiales distintos: además de los juguetes tradicionales, se pueden usar materiales como el agua o la arena. Se puede aprovechar el instante del baño para poder desarrollar experiencias sensoriales, tales como aprender con el agua, el jabón o la textura de la toalla.
-Practica el orden: podemos enseñar a los pequeños en sus primeros años de vida, a organizarse, para que sepan ordenar sus juguetes. Aprenderán a clasificarlos en categorías, series y por tipos.
-Modela sentimientos de empatía: si creamos mayores conexiones obtendremos más respuestas empáticas, de cortesía o amabilidad, y por ende se entrelazarán los circuitos del pequeño. Hay que aprovechar los instantes que vemos una persona triste, para enseñarle a comprender los sentimientos de cariño y compartir. Las habilidades emocionales se desarrollarán al máximo.
-Utiliza la disciplina positiva: hay que procurar no asustar al pequeño cuando lo regañes, por el contrario establecer consecuencias de una acción. Aconsejarle cuando observemos que no ha tenido una actitud adecuada frente al problema, como en una pequeña riña con otro niño. Las normas deberán ser sencillas, coherentes y adaptarlas a su comprensión y edad.
-Da mensajes claros a sus acciones: debemos enseñarles que el mundo tiene sentido a través de las reacciones a sus comportamientos. Estas pueden ser previsibles, tranquilas, apropiadas y coherentes.
No hay que olvidar que la primera y principal escuela del niño son los padres. Los primeros años son primordiales para su desarrollo y por lo tanto, las conexiones que no logren establecerse en este inicio, se perderán por siempre. Debemos sacarle provecho a los gestos cotidianos, comprobando su eficacia y poder, verás que obtendrás excelentes resultados.