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¿Cuál es la edad ideal para que el niño aprenda a ser independiente? Pues a ciencia cierta, no existe una edad exacta para llegar a este nivel de madurez, pero existen ciertos puntos que nos pueden ayudar a descubrir cómo de dependiente es el menor.
Lo primero que se debe hacer es evaluar e informarse sobre las actividades que un niño de esa edad suele realizar y compararlas con las del pequeño. Esto no significa compararlo con su hermano o su vecino o su compañero de clases, sino con varios menores para tener una idea más amplia. Con ello será posible darse cuenta qué avances debería haber obtenido o ha obtenido ya el niño para su edad.
De esta manera y sabiendo qué capacidades debe alcanzar el niño de su edad, se recomienda motivar al niño para desarrollarlas. Para ello, se le deben brindar las herramientas necesarias. Asimismo, explicarles de una manera sencilla qué conducta se espera de ellos y practicarlas en conjunto hasta verificar que se realice correctamente.
Lo importante es que esta enseñanza se lleve a cabo de una manera delicada y paciente. Ten en cuenta que algunos niños tardarán más que otros en aprender una conducta. Ayudará también idear un sencillo plan para lograr que el niño cumpla con esta tarea.
Por ejemplo, si el niño tarda demasiado en vestirse para ir a la escuela, se le deberá levantar más temprano para que pueda hacerlo sin prisas.
No hay que olvidar que este aprendizaje se debe llevar a cabo en el marco de un clima agradable y que le motive verdaderamente. Sólo si se siente motivado, el niño adquirirá la confianza para superar los obstáculos y ser más independiente.
Aproximadamente a los cuatro años, observará que el niño va dejando de lado los juegos y juguetes individuales y optará por los grupales. Ello contribuirá a su egocentrismo se vaya reduciendo y aprenda lo que es respetar reglas y ser tolerante.
Aunque se tarde en entender que los demás también son importantes y tienen derechos al igual que él, finalmente afianzará su identidad. Esto también le enseñará a asumir los pequeños fracasos y a superar las rencillas cuando tenga diferencias con sus compañeros de juego.
En ese aspecto, es recomendable dejar que los niños aprendan a lidiar con sus problemas solos, dejar que la interacción entre ellos sea libre y sin intermediarios, pero siempre dejándoles saber que los padres estarán ahí, apoyándolo e infundiéndole la confianza que necesita. La resolución de problemas por sí mismos les ayudará en gran medida a desarrollar su autonomía.
Durante la etapa preescolar, los niños deben gozar de una autonomía con restricciones. Es decir, darles la libertad de explorar, vivir experiencias propias y equivocarse. Así, adquirirán cierta independencia emocional y perderán el miedo a experimentar cosas nuevas. Esto no significa de ninguna manera exponerlos a situaciones peligrosas, pero sí permitirles verse inmersos en situaciones adecuadas para su edad. El criterio para definir lo recomendable de lo que no es se basará en el sentido común, y dependerá de los padres y de la escuela del pequeño.
Un ejemplo es la salida al parque. Es aconsejable que les dejes jugar libremente y no estés detrás de ellos esperando a recogerlos por si se caen. Ese es un grave error que no ayudará a forjar su independencia. Si se caen, deben aprender a levantarse sólos.
Sobre las relaciones con sus compañeros, es preferible que dejes que solucione por sí mismo sus conflictos y que sepa perder. De esta manera, aprenderá a controlar sus emociones y sus frustraciones. La labor de los padres es ofrecerles incondicionalmente su apoyo y confianza.
Otro ejemplo puntual es al momento de la comida. Permíte que tu hijo coma solo. Si bien requiere supervisión para no atragantarse con algún alimento, no es recomendable que le des la comida en la boca si ya sabe comer sólo, aún si el niño tiende a mancharse y ensuciarse.
Asimismo, promueve su autonomía dándole pequeñas tareas como poner la mesa o recoger sus juguetes después de usarlos. Felicítale cuando cumpla estas pequeñas obligaciones y nunca caigas en las comparaciones entre hermanos.
Si tienes un hijo mayor que aún no aprende a vestirse por sí solo o a comer, lo mejor es acudir a un especialista para poner una terapia adecuada.
Recuerda que si tu hijo es dependiente, se debe en gran medida a la sobreprotección de los padres.