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Por naturaleza, es conocido que los niños mienten, en algún instante de sus vidas.
Ello suele ocurrir con frecuencia en los pequeños menores de cinco años, lo cual es comprensible porque se encuentran en una etapa donde todo es fantasía y magia.
Sin embargo, cuando observamos que superada esta edad continúa en esta práctica, debemos preocuparnos, ya que podría ser un indicio de inseguridad o falta de autoestima. Como padres hay que darles el ejemplo necesario, por ello evita lanzar una mentira delante de ellos.
Algunas personas han mentido en diferentes momentos de sus vidas, ya sea por conveniencia, interés, respeto, necesidad, desesperación o simplemente por gusto. Las mentiras evolucionan junto con nuestra personalidad, sin embargo, si esta se convierte en algo persistente, llegando a trastornar nuestra vida o la de los que están a su alrededor, se convierte en algo patológico y peligroso.
Sería ideal que los hijos nunca mientan a sus padres, confíen en ellos y les digan siempre la verdad. Podemos lograrlo mientras hayamos inculcado ciertos hábitos de conducta y sobre todo un gran ejemplo. Hay que tener cuidado si observamos que un niño aún pequeño comienza a mentir y reconoce que obtiene algún beneficio al respecto. Puede resultar contraproducente, ya que más adelante puede decir mentiras para evadir responsabilidad o engañar para probar sus propios límites. Leer el resto de este artículo ⇒
La creatividad nos beneficia en muchos aspectos. Uno de ellos es el mejoramiento en la capacidad de resolver problemas. Cuando el niño juega, resuelve una serie de “pequeños líos”, como cambiar de ropa a la muñeca o construir una torre con la suficiente base para que no caiga.
Asimismo, recrear a través de sus juegos lo que observa en el mundo real, es uno de los pasatiempos más apreciados por el niño. A los 12 ó 24 meses, el niño tiende a imitar aquellas actitudes que observa en las personas de su entorno más cercano, por lo que se debe fomentar esta clase de juegos, ya que activa su pensamiento creativo y aprende patrones de conducta.
De esta manera, el tiempo libre del niño se convierte en tiempo creativo, y, sin darse cuenta, el pequeño ya no sólo se divierte, sino que incrementa su curiosidad para entender qué es lo que lo rodea y lo empuja a enfrentarse a nuevos retos. Con ello, aprenderá a conocer mejor sus debilidades y fortalezas y también, a mejorar su autoestima.
Los juegos recomendables para esta etapa son: los de la comida o la hora del té, así como a la mamá o al papa, a limpiar la casa, a cocinar o conducir un coche. Leer el resto de este artículo ⇒