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Algunos niños presentan conductas o comportamientos que pueden sorprendernos, como arrancarse el pelo o morderse las uñas demostrando cierto nerviosismo ante alguna situación que les genere ansiedad.
Estas manías suelen presentarse alrededor de los 4 a 5 años, preocupando a muchos padres que ni se imaginaron que sus hijos puedan padecer estrés, sin embargo, hay que prestar atención a las señales evaluando a qué se debe el cambio de ánimo de nuestros hijos, quizá porque van a empezar un nuevo año escolar, un cambio domiciliario, las tareas excesivas del colegio, la presión social o querer hacer nuevos amigos, en fin existen diferentes causas que pueden contribuir a que su niño se sienta ansioso.
Lo que tenemos que evitar es que adopten hábitos y manías que nos son buenas, tales como urgarse la nariz, chuparse los puños, morderse cabellos, chuparse los dedos y demás. Precisamente repetir estas acciones es lo que ellos consideran una ayuda para aminorar su ansiedad y tranquilizarse.
Esta variedad de conductas no son aceptadas en el entorno social. A pesar de que los pequeños no lo perciben a temprana edad, a partir de los 6 a 7 años empiezan a preocuparse de su apariencia personal y observan que dichos comportamientos empiezan a mermar la confianza que deben tener en sí mismos. Cuando va pasando el tiempo resultará más difícil que dejen este mal hábito, por ello es preferible terminarlo desde que observan el problema.
Hay situaciones o comportamientos que el niño no las hace con intención, por ello al momento de regañarlo hay que tener en cuenta no hacerlo en público ni delante de sus amigos, porque pueden llegar a sentir vergüenza y por ende, crearse un cuadro mayor de ansiedad. Por el contrario, puedes llamarle la atención de manera calmada explicándole cuáles han sido los errores para que los corrija, inclusive crear una especie de clave que solo compartan los dos, para que cuando tengas que corregirlo en público, solo hagas por ejemplo un guiño, gesto que pueda identificar y saber que no debe hacer.
Cuando tengas que realizar algo que signifique un cambio como mudarse de ciudad, ir a otra escuela o visitar a unos amigos, trata de que la situación sea divertida, calmada y predecible, de tal manera que sepa que va a suceder luego, evitando la incertidumbre que lo hará sentirse menos ansioso.
Cuando un niño se encuentre incómodo o nervioso, suele resaltar con mayor fuerza los malos hábitos o conductas inapropiadas. Los padres deben saber cómo actuar ante estas señales, pueden enseñar a los hijos, a que respiren profundamente, abracen a su muñeco favorito o alguna actividad que sea de su agrado. Existen en el mercado, las pelotas antiestrés o las plastilinas, que resultan ser ideales para liberar tensiones.
Es importante que le dediques atención a estas circunstancias, tratando de hablar con ellos del problema, si en el momento no quiere conversarlo, inténtalo luego o indaga con profesores y amigos para asegurarte en conocer lo que está sucediendo.
Es fundamental que los padres ayuden a sus hijos a elevar su autoestima, por eso cuando observen que está realizando alguna acción positiva, como leer, escribir o dibujar sin tener que recurrir a su manía, puedes darle un abrazo dejándolo ver que te has dado cuenta.
De todos modos, mejorar su comportamiento pasará por un proceso, para lo cual deberán tener mucha paciencia y reforzarlo continuamente. A veces quizá te resulte frustrante sino consigues un cambio, pero con amor y comprensión podrás lograr muchos progresos, sobre todo avanzando de a pocos, no pretendan erradicar todo de una sola vez. Así tendrán más eficacia en conseguir mejores resultados.
Pega y muerde
En algunos casos los niños de 4 a 5 años presentan dificultades para expresar sus sentimientos ya sea de rabia o frustración, por ello reaccionan pegando o mordiendo cuando se encuentran frente a una situación de ansiedad. Es importante que converses con él haciéndole ver que su actitud es negativa e inaceptable, que por el contrario debe expresar su ira con palabras, jamás peleando. Es bueno que tengan una conversación en la que te cuente que ha causado su molestia. Asimismo, hay que estar atento a las situaciones en las que presenta ese tipo de reacciones para saber cómo mitigarlas.
Se muerde las uñas
Suele ser una de las demostraciones más comunes de los pequeños ante un cuadro de estrés. Sin embargo, no es tan preocupante como otros signos, solo por la parte estética. Si se trata de una niña puedes motivarla para que en el futuro pueda jugar a hacer la manicure.
Te insulta y dice palabras malsonantes
Se han presentado casos en los que el niño llega a insultar a los padres diciendo un “te odio” o “eres una bruja” solo porque les indican una orden que no desean realizar. Con esta actitud quizá quiera manifestar que no saben cómo enfrentar una situación o simplemente están cansados.
Ante ello, no debes ponerte triste o responderle de la misma forma, por el contrario hay que intentar aceptar sus sentimientos y explicarles con cariño que entiendes porque se siente así y odia la decisión, pero que no debe expresarlo con insultos ni faltas de respeto. Demuéstrale todo tu amor a pesar de que no estés de acuerdo con su comportamiento.
LLoriquea sin cesar
Es importante enseñar a los niños que cuando se dice NO realmente significa eso, porque hay muchos pequeños que piensan que rogando o llorando pueden conseguir llamar la atención de sus padres. Ante todo, debes ser firme en tus decisiones, de lo contrario los hijos pueden descubrir los puntos débiles y tratar de conseguir lo que se proponen. Hay que enseñarles que no todo lo que piden en el momento, se puede dar fácilmente.
Se arranca el pelo
El trastorno de arrancarse el cabello es conocido como la tricotilomanía y afecta a cuatro de cada cien personas, sus consecuencias pueden derivar en trastornos psicológicos, por ello, debe controlarse a tiempo desde la niñez, que resulta ser una etapa en la que se presenta. Generalmente suele darse entre los 3 y 7 años, lo podemos detectar en las zonas de calvicie que aparecen cuando se arrancan los cabellos. No es conveniente castigarlos por esta acción, tampoco cortarle totalmente el cabello porque ello podría incrementar su angustia. Es recomendable conversarlo con el pediatra para realizar un seguimiento, si observamos que el problema persiste ya requerirá de un especialista en psiquiatría infantil.
-El comportamiento del niño afecta su salud. Tal caso se presenta si se hurga constantemente la nariz o se arranca costras y se muerde las uñas a tal punto de causar una infección.
-La conducta parece compulsiva. Por ejemplo, si el pequeño necesita lavarse las manos cada momento que toca algo, podría darnos un indicio de trastorno obsesivo compulsivo.
-La manía de arrancarse el cabello se produce de manera constante, al punto de presentar calvas en la cabeza, cejas o incluso pestañas.
-Se observan tics incontrolables. Estos pueden ser un guiño exagerado y constante de los ojos, un trastorno alimenticio o esquemas de conductas como hacer movimientos y sonidos vocales de manera involuntaria y repetida, tose o aclara su voz antes de emitir palabras, las repite o dice frases inapropiadas. Todo ello podría representar un síntoma del síndrome de Tourette.
En suma, los padres deben estar pendientes de cualquier cambio que pueda tener su hijo, para poder resolver el problema a tiempo y no lamentar inconvenientes.